¿Crisis vocacional, crisis de la vocación (del destinatario y del animador) o crisis de la Pastoral Vocacional?

El pasado fin de semana se ha llevado a cabo el “Curso Básico de Pastoral Vocacional”, dirigido a más de sesenta coordinadores de los grupos vocacionales parroquiales que conforman la Comisión de Pastoral Vocacional de la Arquidiócesis de Luanda – Angola.

La secularización y los Grupos vocacionales, la palabra vocación y su exclusividad para referirse a la vocación sacerdotal y religiosa, los laicos presentes en la Pastoral Vocacional representan a los diversos “ministerios laicales” en la Iglesia y no exclusivamente al matrimonio, la presencia de la pareja de esposos en los grupos vocacionales, la vocacionalización de todas las pastorales en la Arquidiócesis, etc., han sido las diversas temáticas que se han analizados y reflexionado a la luz del Magisterio en el curso.


Aprovechando la presencia de la mayoría de los coordinadores que representan las diversas realidades geográficas, sociales, eclesiales y carismáticas de la Arquidiócesis, se han analizado las diversas posibles causas de la “crisis vocacional”; de la crisis de la “vocación” del destinatario y la del animador vocacional; y por último la crisis de la propia Pastoral Vocacional. Asimismo, como conclusión y posibles soluciones a estas crisis que atraviesa la Arquidiócesis se han planteado nuevas exigencias en la acción de la Pastoral Vocacional. Las conclusiones apuntan a presentar una Pastoral Vocacional cristológica, existencial, eclesial, carismática y vivencial.

Entre la variedad de temas valorizamos una:

1. La “crisis de la vocación”.


Aparentemente no estamos atravesando una crisis vocacional. Esta afirmación lo demuestra por un lado la vasta presencia de candidatos al sacerdocio en los seminarios y la gran cantidad de aspirantes a la vida consagrada en las casas de formación religiosa. Si no, se percibe en nuestros ambientes vocacionales una crisis de la vocación, que no tiene que ver directamente con las motivaciones vocacionales para iniciar un discernimiento vocacional, sino, con las motivaciones vocacionales para la continuación y finalización del discernimiento vocacional. Muchos de los candidatos y aspirantes abandonan la casa de formación en sus primeros años o al culminar una etapa para dar inicio a otra. Esta “crisis de la vocación” también lo están viviendo en las universidades en lo que se refiere a la continuidad y finalización de una carrera académica; más del 60 % de los que inician una carrera lo abandonan en el primero o segundo año, de los cuales un 30 % se deciden por una carrera diferente a la elegida, y una gran parte termina abandonándola definitivamente.

Las causas de la crisis de la vocación son varias y provienen de diversos campos, sin embargo, destacamos cuatro:

1. La pérdida de los valores espirituales y morales. Principalmente el deseo de servir al prójimo, el de dar la vida por los demás, el Salus animarum, el Reino de Dios, la fidelidad y perseverancia, entre otros.

2. El deseo de progreso personal y familiar. Los jóvenes viven con emoción el progreso económico y social del País. Muchos de los jóvenes entran en una universidad y consiguen una profesión, luego están consiguiendo empleos bien remunerados. Otros han incursionado en el camino de los negocios y de las empresas. En el País el joven que se encuentra en un seminario es igual al que no va a la universidad o no se encaminó en algún negocio, porque no está en vía de progreso personal y familiar.

3. Falta de verdaderos modelos vocacionales. Los sacerdotes enamorados de su sacerdocio, sacerdotes ejemplares, se están terminando en el País. Se está terminando lo que la Iglesia siempre ha necesitado y siempre necesitará para motivar a los jóvenes por el sacerdocio y la vida consagrada. El parecer de los candidatos ya no es “quiero ser como él”, sino, “no quiero ser como él”.


4. Ausencia de verdaderos compañeros de camino. Esto en gran parte tiene que ver con la crisis de la vocación del animador. Muchos de los animadores/formadores vocacionales no se encuentran satisfechos con tal servicio. Algunos fueron designados deliberadamente para tal función, y son quienes están en el trabajo vocacional y no. Otros comparten  la “función” de animador/formador con otras actividades ajenas a la casa de formación, y son quienes no tienen tiempo para lo principal. Otros, con muchas ganas de trabajar en la animación/formación pero con escasos recursos espirituales y pedagógicos para la exigencia de la animación/formación de las vocaciones.