Mosén Sol tiene nuevo sucesor! Florencio Abajo Núñes, nuevo director General de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos

Roma, 19 de julio del 2014

Con el lema “Testigos de su sacerdocio: discípulos misioneros con espíritu” se está llevando a cabo en Roma la XXII Asamblea General de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús.

La Asamblea ha iniciado el 07 de julio y culminará el 23 del presente mes. Son 30 sacerdotes los Asambleístas que representan a los Operarios de los tres continentes donde la Hermandad ofrece su servicio pastoral-vocacional.

Dentro de los diversos temas que son motivos de reflexión y de revisión de la Asamblea está la elección del nuevo Director General.

En la Sesión Plenaria de la XXII Asamblea General del día 19 de julio , ha resultado elegido para Director General de la misma el sacerdote español Florencio Abajo Núñez, sustituyendo a Don Jesús Rico García quien gobernó a la Hermandad por seis años.



D. Florencio Abajo Núñez (49 años) nació en Jaca, provincia de Huesca (Aragón, España) el 5 de abril  de 1965. Estudió teología en el Aspirantado Maestro Ávila de Salamanca  y realizó su primera vinculación a la Hermandad el 27 de febrero  de 1988. Fue ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1990, y actualmente trabajaba como Director de La Casa de la Biblia (Salamanca-España). 

La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del  Corazón de Jesús (Sodalitas Sacerdotum Operariorum Dioecesanorum Sacro Corde Iesu) es Asociación clerical de derecho pontificio fundada por el beato Manuel Domingo y Sol el 29 de enero de 1883 en Tortosa - España, con un especial objetivo: fomentar, acompañar y cuidar las vocaciones en la Iglesia.

Asociación pública internacional

La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos ha sido erigida por la Congregación para el Clero como una Asociación Pública Clerical de Derecho Pontificio por lo cual deberá regirse por lo establecido por el CIC para las asociaciones públicas de fieles en los cánones 312-320 y por los cánones 298-311, normas comunes para todas las asociaciones.

En cuanto a su ser internacional la Hermandad depende únicamente de la Santa Sede, de ahí que sea erigida por ella y sea de Derecho Pontificio. Esa universalidad queda reflejada en los Estatutos al indicar que los Operarios están obligados a ir a cualquier parte del mundo que exija la necesidad.. Además se prestarán a trabajar en las necesidades de las diócesis de forma especial en aquellas de carácter más universal.

Un carisma peculiar: las vocaciones y la juventud

El carisma propio y peculiar de la Hermandad son el fomento, sostenimiento y cuidado de las vocaciones, el cual será el primero y preferente y que debe caracterizar a la Hermandad y tenerlo los Operarios como un medio universal y eficaz para la promoción de todos los intereses de la gloria de Dios.

En palabras del mismo D. Manuel: “Mas en nuestras manos ha tomado tal incremento con nuestro carácter y nuestros medios, que parece indicar que Dios nos [ha escogido] a nosotros para la realización de este objeto como si fuese un fin de nuestra Hermandad, y esta circunstancia, estas proporciones que ha tomado, repito, no pueden menos de intimidarnos”. Y continúa diciendo que la formación del clero es “la llave de la cosecha en todos los campos de la gloria de Dios”.

Ante esta misión D. Manuel exhorta a los Operarios para que “cada uno se convenza y no olvide ni un instante de que tan alta misión a que somos llamados en la formación de la juventud eclesiástica”.

Dentro de los objetos de la Hermandad también se señala como uno de los principales la educación cristiana de la juventud y el fomento de la piedad en ella. Para ello exhorta D. Manuel a amar a la juventud y a procurar imprimir en el corazón de los jóvenes el rostro de Cristo y todo ello sin rehusar esfuerzos: “Debemos amar a la juventud como Jesús la amó, porque en esto está verdaderamente el secreto de educar bien a los pequeños y volverles felices y buenos. Este amor nos obligará, como consecuencia, a procurar que sea impresa, por todos los medios posibles, la imagen del divino Salvador en lo más íntimo de sus corazones blandos como la cera, no rehusando fatigas para ello, a fin de prevenirlos para las luchas de su provenir”.

Estos dos, junto con el incremento del espíritu de reparación y de la devoción al Corazón de Jesús, constituyen los tres objetos principales que son permanentes e invariables. Cualquier otro que se adoptase con el tiempo pasaría a ser secundario.